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El Pájaro de Saqqara y el aeromodelismo en el Antiguo Egipto


Pájaro de Saqqara

Corría el año 1969 cuando una pieza del Museo Egipcio de Antigüedades de El Cairo llamó particularmente la atención del Doctor Khalil Messiha.   

Se trataba de un objeto que databa del siglo II a.C., encontrado por el arqueólogo francés Lauret en una tumba de Sakkara en 1898. Y fue catalogado con el número 6347, y se había estado exhibiendo durante unos cincuenta años bajo el rótulo de «pájaro».   

A primera vista, el «pájaro» 6347, construido con ligera madera de sicomoro no parecía desentonar con el resto de la bandada. Tiene apenas 14 cm de longitud y con una envergadura de 18

Pero, aun así, algunos detalles no encajaban del todo a juicio del Doctor.

Para empezar, las alas del pájaro eran completamente lisas, y su cola, muy diferente a la cualquier ave. Tenía la forma de de aleta que se alzaba verticalmente.

Y por lo demás, no estaba adornado en modo alguno, a excepción de un (simbólico) ojo derecho y de dos cortas líneas bajo las alas. 

Regalo de Amón

Luego, un detenido examen reveló la existencia de una delicada inscripción donde se leía «PA – DI – IMEN», que en la lengua del periodo faraónico significa «regalo de Amón».   

Se le representaba con la piel de color azul y dos grandes plumas sobre el tocado de su cabeza; el mismo dios Imen (su nombre egipcio) o Amón (nombre que le dieron más tarde los griegos) que poco a poco fue asimilándose a Ra, y pasó así a llamarse «Amón – Ra, rey de los dioses».   

Así que, aficionado al aeromodelismo, el Doctor no se demoró en construir en madera un modelo con las mismas medidas del original.

De hecho, era una copia casi idéntica salvo por un pequeño estabilizador que le había agregado en la cola. Lo arrojó al aire y comprobó que podía volar sin problema unos cuantos metros… Pero eso no era todo.   

Examinando la pieza en detalle, se dio cuenta de que su forma era especialmente aerodinámica. Y que el singular diseño de sus alas curvadas estaba pensado para crear un efecto de vacío sobre ellas. Para conceder un máximo de capacidad de elevación sin frenado, algo similar al tipo de alas que se utiliza en aviones. 

Expertos en acción

Cosa que, a poco, su propio hermano e ingeniero de vuelo, sumándose al estudio del objeto, precisó en términos técnicos sosteniendo que: 

«El ángulo diedro negativo —refiriéndose a las alas— cumple las mismas funciones que el positivo: una sección muestra que la superficie del ala es parte de una elipse que proporciona estabilidad durante el vuelo; y las formas aerodinámicas de la estructura disminuyen la resistencia del aire, lo cual es un hecho que fue descubierto en aeronáutica tras años de trabajos experimentales». 

Y no mucho después, cuando se comprobó que algunos de los otros «pájaros» que acompañaban a la singular pieza 6347 reunían idénticas proporciones.

Entonces, el ruido finalmente llegó a oídos del Gobierno de Egipto que ordenó de inmediato a una comisión técnica. La cual llevaría cabo otro estudio completo de todas las piezas así etiquetadas. 

Dicha comisión de expertos, nombrada el 23 de diciembre de 1971, estaba integrada por:  

  • Kamal Naguib, presidente de la Federación Egipcia de Aeronáutica
  • Henry Riad, director del Museo de Antigüedades Egipcias
  • Hishmat Nessiha, director del Departamento de Antigüedades
  • Abdul Quader Selim,  director delegado del Museo Egipcio para la investigación del arte antiguo

Quienes unánimemente y sin tardanza concluyeron que la pieza 6347 no reproducía ningún pájaro sino, en efecto, a un auténtico avión capaz de volar. 

Exposición en el Museo Egipcio

Sorprendente desde cualquier punto de vista, pero a la vez incontestable, el informe de la comisión.

Que incluía a varios de los otros modelos de «pájaros», resultó en una plausible actitud de honestidad científica de parte del gobierno Egipcio.

Apenas veinte días después de encargar los estudios de tales maquetas, el 12 de enero de 1972, inauguró en el pabellón de antigüedades del Museo Egipcio la primera exposición de «aeromodelismo del período faraónico».

Que presentó al público 14 modelos de aeroplanos que se remontaban al Antiguo Egipto.   

Ahora bien, si tal y como se desprende de la opinión de autorizados peritos en aeronáutica, estos modelos de aeroplanos revelan un diseño de avanzadas características.

Que en ningún caso puede ser considerado como fruto de la mera casualidad. Sino más bien de un muy preciso conocimiento de la aerodinámica.

La pregunta que nos hacemos a continuación es tan obvia que casi parece una perogrullada:

¿Quién poseía hace más de dos mil años este tipo de información técnica que sólo puede acumularse a través de una prolongada experiencia en el campo de la aeronáutica?   

Los hechos aquí planteados nos llevan por lo menos a suscribir las palabras del literato alemán Goethe, cuando hace más de un siglo escribió: 

«En nuestros días apenas puede dudarse de que resulta necesario reescribir de cuando en cuando la Historia Universal. Pero tal necesidad no deriva del descubrimiento de muchos hechos antes desconocidos, sino de la presencia de nuevas opiniones. Es que el coetáneo de una época de progreso en marcha se ve conducido a nuevos puntos de vista. Desde los cuales contempla y juzga el pasado de un modo renovado».

 

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