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Gladiadores II

Herramientas del poder Imperial 

El término gladiador se deriva de la palabra “gladius”, nombre de una espada corta utilizada por los romanos.

A medida que cobraba forma la República romana durante el siglo I a.C., surgía la figura de uno de los mayores líderes de la historia romana: Julio César.

Era un genio en muchos aspectos. Era escritor, militar y obviamente un político. De haber sido el primero, Julio César hubiera sido un gran emperador, pues estaba cualificado para ello.

César y los gladiadores

César, un entusiasta promotor de los torneos de gladiadores, es célebre por entrenar a sus soldados en los estilos de combate usados por estos guerreros esclavos. De joven, ejerció el cargo de edil, una especie de magistrado municipal.

Organizó juegos espectaculares y se dice que llegó a ser propietario de unos seiscientos gladiadores, lo que llevó al Senado a limitar la posesión de éstos.

Mientras combatía en Galia y en el Medio Oriente, César envía dinero a Roma para financiar un gran número de eventos cuyo objetivo era mantener la atención del público en él.

Julio César estaba muy consciente de la importancia de este espectáculo. Lo veía como parte de su futuro papel como emperador.

Pero serían los grandes triunfos de César, una serie de eventos y desfiles organizados tras su retorno de África del norte en el año 46 a.C., los que sentarían las bases para los futuros espectáculos romanos.

Nuevos espectáculos en Roma

Éstos eran superiores a cualquier espectáculo anterior, repletos de desfiles y regalos para el pueblo romano.

Se repartía dinero, comida y vino en las calles de Roma, y se organizaban toda clase de eventos, desde representaciones teatrales y combates entre gladiadores, hasta batallas a gran escala escenificadas en el Circo Máximo.

Sólo en un día un cuarto de millón de romanos llenaba el gran coliseo de carreras de cuadrigas conocido como Circus Maximus.

César proporcionaba mil soldados a pie, sesenta jinetes y cuarenta elefantes para que se trenzaran en una batalla y divirtieran a la emocionada multitud.

Si bien los espectáculos de César deleitaban al público romano, algunos senadores veían esto como el ardid de un dictador enceguecido por el poder y deseoso de que el pueblo lo coronara emperador.

Muerte de Julio César

Durante las idus de marzo del año 44 a.C., los partidarios de la República asesinaron a Julio César apuñalándolo salvajemente.

Su muerte, sin embargo, sólo provocaría el caos y la instauración de la monarquía que tanto deseaba.

El asesinato de César fue un hecho lamentable no sólo por su muerte en sí, sino también porque condujo a otro período de guerra civil.

Nueva industria gladiatoria

De los escombros de esta guerra surgió un frágil joven de diecinueve años, se llamaba Cayo Octavio; pero bajo el nombre de César Augusto se convertiría en el primer emperador de Roma.

El joven Augusto era sobrino nieto de César y ascendió al trono tras una serie de maniobras turbias y dudosas.

Al crecer cerca de Julio César y hacerse emperador, Augusto se dio cuenta que los combates de gladiadores tenían un gran influjo e importancia política.

Octavio, el primer Emperador

Augusto transformó los torneos de gladiadores en una gigantesca industria cuyo fin era mostrar la gloria del Imperio y al mismo tiempo saciar la sed de sangre de las multitudes romanas.

También fundó la primera de tres escuelas imperiales para gladiadores en Roma y patrocinaba un gran número de torneos durante los ciento cincuenta días de festivales culturales y religiosos que se organizaban cada año.

Augusto gobernó durante casi medio siglo, el comienzo de una era conocida como la Pax Romana.

Pero la paz de Roma no detendría el curso de los sangrientos juegos.

Calígula, tal vez el más cruel de todos los emperadores romanos, era un fanático acérrimo de los torneos de gladiadores.

Él aumentó sustancialmente el gasto en todo tipo de espectáculo de gran envergadura.

Calígula y su pasión por los combates gladiatorios

Tanta era la pasión de Calígula por el combate que frecuentemente aparecía en ceremonias importantes vestido a la usanza de un gladiador.

La élite se escandalizaba viendo como su emperador se rebajaba al disfrazarse de esclavo. Calígula no sabía cómo comportarse.

Obligaba a muchos a luchar hasta la muerte y lanzaba a la arena a gente del público, para matarlos o para empalarlos.

Durante un combate entre gladiadores, cuando la multitud se opuso a la muerte de un gladiador herido, se dice que comentó:

“Ojalá el pueblo romano tuviera un solo cuello”.

Calígula.

Irónicamente, este emperador fue asesinado luego de asistir a un combate entre gladiadores en el año 41 d.C.

Claudio y su placer por ver la muerte de los gladiadores

Su reino de crueldad sería superado por su sucesor: el emperador Claudio.

Se dice que éste sentía gran placer al ver los rostros de sus gladiadores mientras estos morían.

En su esfuerzo por complacer a las multitudes de Roma, Claudio emprendió gigantescos proyectos de ingeniería y construyó acueductos y graneros.

En el año 52 d.C. planeó dragar un gran lago que la gente quería utilizar para la agricultura.

Naumaquias o combates navales

Pero antes de dragarlo decidió organizar un espectáculo naval.

Estas batallas llamadas naumaquias eran quizás el más extraordinario de los espectáculos romanos.

Las naumaquias eran una recreación de una batalla naval de la antigüedad, pero con muertos reales.

Traían cientos de barcos desde el puerto de Ostia, a bordo se encontraban diecinueve mil prisioneros a los que se les dotaba de armas.

Unidades de la guardia pretoriana se apostaban alrededor del lago para evitar cualquier fuga.

Cuando la batalla estaba a punto de comenzar, un grupo de prisioneros saludo al emperador con unas palabras que pasarían a la historia:

“Ave César, los que van a morir te saludan”.

Claudio menospreció el honorable intento al responderles:

“O quizás no”.

Los prisioneros tomaron este brusco comentario como una burla y se negaron a combatir.

Claudio amenazó con usar la guardia imperial si no comenzaban a luchar de inmediato.

Suponiendo que la posibilidad de salvarse era mayor combatiendo entre ellos que contra la guardia no les quedó otra alternativa. De 19.000 hombres sólo unos cien sobrevivieron.

Nerón y la summa supplicia

Nerón, el sucesor de Claudio, redujo el tamaño de los ostentosos espectáculos de gladiadores, pero Roma descubrió una nueva forma de entretenimiento en las ejecuciones en masa de un culto religioso conocido como Cristianismo.

Sometió a estos cristianos a una serie de castigos conocidos como “summa supplicia”, pena destinada a los criminales más despiadados.

Los cristianos, a quién Nerón culpaba del incendio que destruyó dos tercios de Roma en el año 64 d.C., soportaron torturas, crucifixiones y hogueras.

Pero la forma de ejecución más popular entre las multitudes romanas era el empleo de bestias salvajes.

Querían que estas víctimas fuesen ultrajadas y luego vapuleadas hasta hacerlas sangrar. Alguien se encargaba al final de cortarles la garganta.

Aunque los libros de historia lo describen como un desalmado perseguidor de los cristianos, Nerón estaba mucho más interesado en el teatro y la música que en los espectáculos sangrientos.

En el año 68 d.C., el Senado romano declaró traidor al emperador Nerón por su flagrante mala administración del Estado.

Revuelta de Flavio

Nerón se suicidó y, una vez más, Roma se vio inmersa en un guerra civil.

La revuelta de Flavio condujo al poder a un nuevo emperador, Vespasiano. Los gladiadores romanos colaboraron en su elección.

En la guerra civil del año 69, los gladiadores apoyaban a varios de los aspirantes al trono porque los gladiadores eran figuras importantes en la sociedad.

Los espectadores no eran sus enemigos, sino sus admiradores que los apoyaban al combatir.

Vespasiano y el Coliseo

En el año 72 d.C., Vespasiano inició la construcción del mayor monumento a la muerte en el vasto Imperio romano, el anfiteatro de Flavio, conocido hoy como el Coliseo.

Su construcción tomaría ocho años, y se convertiría en el principal anfiteatro para los combates de gladiadores durante los siguientes cuatro siglos.

Vespasiano deseaba hacer grandes obras para iniciarse con buen pie en el trono y borrar la imagen que Nerón había dejado tras de sí.

Capaz de albergar unos cincuenta mil espectadores y cubierto por un enorme dosel, el anfiteatro reflejaba en la distribución de sus asientos la estratificación de la sociedad romana.

Pero era bajo la arena del anfiteatro donde se creaba la magia.

Las subestructuras debajo de la arena eran usadas para efectos especiales, para mostrar escenografías en medio del espectáculo, y para dejar salir animales inusuales en pleno combate.

Se buscaba llevar este espectáculo a niveles que no se habían visto hasta el momento.

Su elaborada decoración y complejos dispositivos hacían del anfiteatro un goce visual para el público romano, pero este estadio era en realidad una gigantesca máquina para la ejecución pública de animales y personas.


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