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Tema 1: La Península Ibérica en la Prehistoria

Paleolítico

Comprende desde la aparición de los primeros vestigios humanos (1’3 millones de años, en Orce) hasta el desarrollo de sistemas de productores de alimentos (10.000 a.C.). 

Los grupos humanos de todo este periodo se dedicaban a la caza y recolección.

Vivían en pequeños grupos de no más de 50 personas tanto hombres como mujeres que dedicaban su tiempo a la búsqueda de comida (recolectores) y la fabricación de utensilios, por ejemplo bifaces.



Paleolítico Inferior (1’3 millones a 100.000 a.C.)

Es una época de clima cálido. 

Los primeros restos de homínidos se localizan en Orce y corresponden a industria lítica asociada a Homo Erectus, con una antigüedad de en torno a 1’3 millones de años. 

Algo más recientes son los restos localizados en Atapuerca (Burgos), datados con una antigüedad en torno a los 700.000 años y correspondientes al Homo Antecessor

Otros yacimientos son las terrazas del Manzanares y Bañolas. 

Estos homínidos eran cazadores-depredadores, grupos pequeños que acampaban cerca de los ríos y tenían capacidad para fabricar hachas de mano y conservar el fuego.

La industria lítica viene definida por bifaces o hachas de mano de doble filo.


Paleolítico Medio (100.000 a 35.000 a.C.)

Es la época de las glaciaciones. 

En este periodo predomina en la península el Hombre de Neanderthal, homínido que presentaba características de adaptación a un clima más frío (mayor envergadura y capacidad craneal, arco supraorbital, etc). 

Su industria lítica es la denominada Musteriense, caracterizada por útiles como cuchillos, buriles y raederas elaborados a partir de lascas. 

Además, los neandertales se caracterizan por su hábitat en cuevas y por presentar los primeros ritos de enterramiento ya que aparecen los enterramientos acompañados de útiles, alimentos y flores.

Los yacimientos más importantes son los de Cueva Morín, Cueva Negra y los de Gibraltar.


Paleolítico Superior (35.000 a 10.000 a.C.)

El clima se va templando progresivamente. 

Procedente de África, hace su aparición en la Península el Homo Sapiens.

En cuanto a sus útiles, destacan dos culturas: 

  • la solutrense, caracterizada por los útiles de sílex

  • la magdaleniense, caracterizada por los útiles de hueso y las primeras muestras de:

    • arte parietal (con el ejemplo principal de Altamira, destacan por su naturalismo, por las figuras aisladas sin componer aparentemente escenas y se le supone una función mágica propiciatoria de la caza) 

    • mobiliario (en el que destacan las venus o figuras femeninas fomentadoras de la fertilidad)

Otras cuevas a destacar son Tito-Bustillo, El Castillo y La Pasiega.

Eran seminómadas, vivían en cuevas o campamentos con cabañas al aire libre, conocían el arco y las flechas y sabían fabricar utensilios de hueso, cuerno y marfil. 

Aparecen objetos artísticos, adornos, ajuares funerarios, etc.


Mesolítico

Comprende desde el 10.000 al 5.000 a.C.

Es un periodo de transición entre el Paleolítico y el Neolítico. 

Destacan los útiles de piedra de pequeño tamaño (microlitismo) con carácter compuesto, ya que su utilizaban asociados a madera o hasta de animales (lanzas, flechas, hachas). 

En el aspecto artístico destaca el Arte Levantino, caracterizado por un creciente esquematismo hasta llegar al abstraccionismo geométrico neolítico y por la composición de escenas como bailes o cacerías.


Neolítico

Se desarrolla entre el 5.000 y el 2.000 a.C.

Este periodo está caracterizado por el establecimiento progresivo de una economía productora basada en la agricultura y ganadería, este proceso es conocido como Revolución Neolítica. 

Esta economía surgió en el llamado “Creciente Fértil” en Oriente Próximo y se fue difundiendo progresivamente por el Mediterráneo. 

De ahí que en la Península Ibérica las primeras zonas que pasan al Neolítico sean el Levante y Sur peninsular. 

El paso a una economía productora fue revolucionario, suponiendo, por un lado, la sedentarización de una población hasta entonces nómada y un crecimiento demográfico por la mejora de la alimentación, provocando ambos elementos el inicio de la urbanización o surgimiento de ciudades. 

Esto supuso una sedentarización progresiva, que vino acompañada de la conciencia de propiedad y de una división del trabajo. 

El aumento de la producción y la acumulación de excedentes favorecieron el surgimiento del comercio y la estratificación social y política, que terminó dando origen a las ciudades-estado en sustitución de las estructuras tribales.

Se inició el comercio y la navegación además de la aparición de la rueda, la cerámica, el molino de mano, las hoces y el tejido.

Podemos distinguir dos grandes fases en este periodo: 

  • Neolítico Antiguo, caracterizado por la cerámica cardial (VI milenio a.C.), con su decoración impresa con conchas de berberecho (cardium edule) y que se desarrolla en el litoral mediterráneo. Tenía una base ganadera. 

  • Neolítico Pleno, caracterizado por la cerámica pintada y en el que destacan:

    • Cultura de los sepulcros de fosa (Cataluña, IV milenio a.C.): caracterizada por las tumbas individuales con ajuar, cubiertas con grandes losas. Predomina la agricultura y era una sociedad dividida en clases sociales. 

    • Cultura almeriense (2.500 a.C.): suele considerarse una de las más representativas del Neolítico hispano. Destacan la gran cantidad de molinos de mano que se han encontrado en sus principales yacimientos. Predominio de la agricultura y poblados con plantas circulares. 


Edad de los Metales

Se desarrolla a partir de 2.000 a.C.

Este periodo se caracteriza por el surgimiento de la metalurgia, innovación técnica que supuso un aumento de la producción y, con ello, de los núcleos urbanos, de la estratificación social y de las relaciones de poder entre grupos.

Podemos diferenciar dos grandes etapas, que coinciden en que el desarrollo se centra en el sureste peninsular: 

  • Edad del Cobre, en la que destaca la Cultura de los Millares, caracterizada por poblados amurallados y necrópolis, 

  • Edad del Bronce, en la que destaca la Cultura del Argar, caracterizada por enterramientos domésticos, una fuerte jerarquización social y arquitectura megalítica (dólmenes de enterramiento).

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