Julio César, triunfante, llegó a la capital de Cleopatra para decidir el destino de la reina y de su reino.
Con su astucia Cleopatra concibió un plan.
Se hizo con Julio César
Ocultándose en una alfombra se adentró en la habitación de César.
Frente a él y utilizando todos sus encantos cautivó al conquistador romano.
Sin ayuda de ningún soldado, la joven logró preservar su trono al vencer a uno de los generales más poderosos de la época.
Durante los siguientes veinte años Cleopatra demostraría su sagacidad, inteligencia y la ambición que la llevaría a la cima del poder.
Cleopatra fue la reina más grandiosa de Egipto, era muy educada, hablaba varios idiomas y aunque se dice que fue célibe la mitad de su vida adulta, los romanos la veían como la seductora más peligrosa del mediterráneo.
Existen contradicciones entre lo que se sabe de la verdadera Cleopatra y la sensual seductora de la leyenda.
Mientras los escritores egipcios la exaltaron como la diosa Isis, los romanos la culpaban por la caída de los dos líderes más poderosos de Roma.
Las relaciones amorosas de Cleopatra causaron sensación en la época y perpetuaron su imagen. El amor fue su medio para llegar al poder.
Fue una de las amantes más astutas de la antigüedad, sin embargo, sus relaciones con César y Marco Antonio fueron el medio para alcanzar metas que iban más allá de sus ambiciones.
Origen de su reinado
Cleopatra VII nació en el año 60 a.C. y fue la última reina de Egipto.
Con su reinado finalizó una de las civilizaciones más importantes del mundo antiguo.
En el III milenio a.C., cuando Europa Occidental estaba en la Edad de Piedra, Egipto florecía. Las fronteras desérticas alejaban a los invasores y las crecientes anuales del Nilo ofrecían fértiles tierras de cultivo.
Los egipcios desarrollaron una cultura insular única en un vacío de serenidad. Dedicaron gran parte del presente al futuro, construyeron tumbas monumentales para sus muertos pero, inevitablemente, llegaron los invasores.
En el año 322 a.C. Alejandro Magno reclamó Egipto para su Imperio Griego. En su corta vida, el joven general conquistó gran parte del mundo conocido. Cuando murió los restos de Egipto cayeron en manos de su teniente, quien se coronó a sí mismo rey Ptolomeo I y estableció su capital en la recién fundada ciudad de Alejandría en la costa mediterránea de Egipto.
Cleopatra VII, Reina de Egipto
Dos siglos y medio después nació Cleopatra VII en la Alejandría de Ptolomeo XII, el tercero de los seis hijos de Ptolomeo I.
Cleopatra estudió ciencias, literatura, filosofía, poesía y música griega. Dominaba el arte de la gracia social y la belleza.
También estudió la antigua religión de su pueblo y fue la primera de su estirpe en aprender egipcio, uno de los nueve idiomas que hablaba.
Al igual que los faraones anteriores, los ptolomeos consideraban a Egipto de su exclusiva propiedad, su gobierno, rígido y eficiente, tenía un propósito: enriquecer la monarquía.
Once años antes del nacimiento de Cleopatra, su padre, conocido entonces como Auletes el flautista, asumió el trono de un territorio amenazado.
Durante décadas los romanos habían destronado los anteriores reinos griegos de Alejandro con el objeto de anexarse Egipto.
Sus riquezas y cosechas del grano lo hacían un potencial proveedor para todo el imperio. Sin embargo, la República Romana había alcanzado un penoso estado de corrupción interna.
Sus líderes militares luchaban abiertamente para convertirse en los líderes de un gobierno romano inestable.
El Senado romano no confiaba en las capacidades de los generales de controlar las riquezas de Egipto.
Al padre de Cleopatra se le permitió continuar en el trono y así ella creció bajo la amenaza de la invasión de Roma y observó a su padre luchar por su reino.
Auletes y Cleopatra
En su esfuerzo por mantenerse en el trono de Egipto, Auletes obtuvo la confianza del nuevo cónsul de Roma: Julio César, un brillante y ambicioso político de 40 años.
Junto al general Pompeyo Magno y Marco Craso, César formó el primer triunvirato, en realidad los tres gobernaban el mundo romano.
A pesar de que César ahora poseía gran poder político, sabía que la verdadera fuerza estaba en manos de sus líderes militares. Como resultado comenzó a planificar su primera campaña militar en la Galia, hoy Francia. Pero para lograr el éxito César necesitaba dinero.
Auletes le prestó grandes cantidades de dinero, a cambió César declaró a Egipto, a menos por el momento, aliado de Roma. Cleopatra tenía 10 años cuando su padre cerró el trato con César.
Durante la década siguiente, con ayuda de los grandes dones de su padre, el ejército de César barrería en las Galias.
Era una conquista espectacular que garantizó su futuro en Roma. Cleopatra era cautivada por las historias del poderoso César, decían que era atractivo y de refinados modales.
Se rumoreaba que gustaba de hombres y mujeres, un escritor de la época así lo escribió:
“César, el hombre ideal para las mujeres y la mujer ideal para todo hombre”.
Anónimo
Auletes y Roma
El padre de Cleopatra, Auletes, se vio obligado a dejar el país luego de la rebelión de los súbditos egipcios contra el aumento de los impuestos. Una vez más, buscó ayuda en Roma para reintegrar el dinero del soborno a César.
Esta vez un joven oficial, Marco Antonio, dirigió el calvario romano que ayudó a restaurar el trono egipcio del padre de Cleopatra. Pero, al aceptar nuevamente la ayuda de Roma, Egipto se colocaba bajo la protección del Imperio. La toma de poder era inevitable.
Cleopatra era ahora, en el año 55 a.C., a los doce años, la hija mayor de Auletes. El respeto por su padre la hizo su fiel favorita. Mientras su padre la preparaba para asumir el poder, inculcaba en ella sus deseos de proteger lo que quedaba del reino ptolomeo.
Cleopatra pudo aprender de su padre que el valor, la astucia y la crueldad eran la clave de la supervivencia de la monarquía. Pronto se dio cuenta que el causante de las pesadillas de los miembros de su familia era Roma.
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