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Tema 5: Al-Andalus. Evolución y Características


Entre cristianos y musulmanes

En España, la abrupta desaparición del reino visigodo, tras la conquista musulmana, trajo consigo la formación de dos espacios políticos distintos, de dos Españas. 

Una, musulmana, que recibió el nombre de al-Andalus, sus habitantes eran los andalusíes, y fue convertida en provincia del mundo islámico, ligada a Oriente. 

La otra, cristiana, dividida en reinos, con estructuras sociopolíticas similares a las que ofrecían los Estados de Europa. 

A todo ello, la presencia, en ambos espacios, de grupos hebreos todavía daba a España mayor originalidad. 


La evolución histórica de al-Andalus


El emirato dependiente de Damasco (711-756)

En el año 711, Tarik, lugarteniente del gobernador del norte de África, Muza, al frente de tropas bereberes, cruza el estrecho de Gibraltar. 

Y vence al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. 

Tarik avanza hacia Toledo, donde se le une Muza, y la conquista prosigue en dirección al valle del Ebro y a la Submeseta Norte. 

En tan solo ocho años los musulmanes conquistaban Hispania. 

Intentan otro tanto más allá de los Pirineos, en el reino de los francos, pero aquí son derrotados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732). 

Tras esto, el avance musulmán se paraliza y tiende a centrarse en la Península. 

Al-Andalus se convirtió en una provincia más del califato Omeya de Damasco. 

La capital se estableció en Córdoba, quedando al frente del territorio un emir o gobernador.


El emirato independiente (756-929)

A mediados del siglo VIII la sublevación abasí acabó en Damasco con la familia califal de los Omeyas. 

Derrocados y asesinados, un miembro de la familia, Abderramán I (756-788), consiguió escapar, se refugió en el norte de África. 

Después, logró apoderarse del gobierno de al-Andalus en 756, proclamándose emir, rompiendo la dependencia política con el califato abasí. 

Abderramán I mejora la administración e inicia en Córdoba la construcción de su mezquita (780).

Crea un ejército profesional, acuña la primera moneda autóctona de al-Andalus, el dirham de plata, crea un servicio de correos, mediante mulas o palomas mensajeras.

Durante el emirato independiente, que duró hasta comienzos del siglo X, el dominio musulmán en la Península se consolidó pero no faltaron los problemas internos. 

Los gobernadores de las marcas fronterizas, no obedecen las directrices del poder cordobés. 

Otro problema era las tensiones entre árabes y bereberes. 

A mediados del siglo IX se incorporó otro, el de los mozárabes, sobre los que recaían unos impuestos especiales por su condición de cristianos y protagonizaron actos de rebeldía. 

Destaca la sublevación del muladí Omar ben Hafsún en la región de Ronda y Málaga, que acabó abandonando el Islam y se bautizó en la fe cristiana.


El califato de Córdoba (929-1031)

La grave crisis que venía atravesando al-Andalus fue superada por Abderramán III (912-961), que logró poner fin a las sublevaciones y luchas internas. 

Tras ello, se proclamó califa (929), es decir, suprema autoridad política y religiosa, rompiendo su dependencia del califa de Bagdad. 

Con el califato se inicia la etapa de mayor esplendor político y económico de al-Andalus. 

Abderramán III reforzó el ejército con mercenarios para asegurar el orden interior y para contener a los cristianos del norte peninsular. 

A partir del 951 todos los soberanos cristianos se vieron obligados a reconocer la soberanía hegemónica de Abderramán, con la imposición de un tributo anual y la destrucción de plazas fuertes cristianas ubicadas en lugares estratégicos.

En las proximidades de Córdoba ordenó la construcción de la ciudad palacio de Medina Azahara, donde se aisló y recibía a las embajadas de los monarcas extranjeros. 

El esplendor y poderío del califato cordobés continuó bajo su hijo Alhaken II (961-976). 

Protector de las letras y las artes llegó a reunir en su palacio una biblioteca de 400.000 volúmenes, con copias procedentes de los diversos rincones del mundo islámico. 

Con su sucesor, Hixem II (976-1013), todo cambió. 

El nuevo califa delegó el gobierno en Almanzor, su primer ministro o hayib

Actuando como un dictador, reforzó el ejército y dirigió campañas contra los cristianos. 

Tras la muerte de Almanzor (1002), tras la batalla de Calatañazor donde fue derrotado, el califato entró en un periodo de crisis en el que se sucedieron las luchas internas y los califas se convirtieron en meros espectadores de un Estado que se desangraba. 


Los reinos de taifas (1031-1090)

En 1031 un consejo de notables se reunió en Córdoba y decidieron la abolición del califato. Crearon un nuevo sistema en el que los dominios de al-Andalus quedaron divididos en un complejo mosaico de unos 30 reinos independientes, los reinos de taifas.

Cada uno de ellos trató de engrandecerse a costa del vecino. Esto supuso un deterioro cada vez mayor.

Las taifas recurrían a buscar apoyos entre los reyes cristianos y éstos, a cambio, impusieron tributos (parias) a cambio de la paz o por su ayuda. 

Esta modificación en la relación de fuerzas podía romperse en cualquier momento, como ocurrió en 1085 cuando Alfonso VI conquistó Toledo. 

Ante esta situación, los reyes de taifas pidieron ayuda a los almorávides del norte de África: el emir Yusuf atravesó el estrecho con su ejército bereber y unido al rey de Sevilla, al-Mutamid, derrotó a Alfonso VI en Zalaca (Badajoz).


Las invasiones africanas (1090-1236)

Los almorávides, agrupación de tribus bereberes, partidarios del radicalismo religioso, habían creado un Estado en el norte de África. 

Tras el triunfo sobre Alfonso VI, los almorávides acabaron con las taifas, unificaron al-Andalus y pusieron freno al avance cristiano. 

Pero la presión cristiana no podía evitarse, como ocurrió en 1118, cuando Alfonso I de Aragón conquistó Zaragoza. 

A mediados del siglo XII, al-Andalus volvía a fragmentarse con la aparición de los Segundos Reinos de Taifas

Los almohades, que habían sustituido a los almorávides en el norte de África, se impusieron en al-Andalus e implantaron un mayor rigor religioso. 

Frenan el avance cristiano, vencen a Alfonso VIII, rey de Castilla, en la batalla de Alarcos (1195), pero son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que hunde al Estado almohade y desemboca en las terceras taifas.

Todos, salvo el de Granada, serán pronto conquistados por los cristianos: Fernando III y su hijo y sucesor Alfonso X el Sabio, por Castilla, y Jaime I el Conquistador por Aragón.


El reino nazarí de Granada (1236-1492)

Fundado por Muhammad ibn Nasr, inicia la dinastía que da nombre al reino (nazaríes). 

Los inicios fueron de colaboración, pues pagaban tributos a Castilla y ayudaron a Fernando III en la conquista de Córdoba y Sevilla. 

Este Estado sobreviviría más de 250 años, debido a sus propias fuerzas y a las intermitentes guerras civiles castellanas. 

Más adelante, los Reyes Católicos, al proponerse poner fin a la Reconquista, entraban en Granada en 1492. 


¿Cómo se vivía en al-Andalus?


Economía en al-Andalus

La agricultura de secano en grandes latifundios, que permitió el auto abastecimiento de trigo y la exportación de aceite. 

También había de regadío en huertas, con sistemas orientales como norias, acequias, albercas o molinos de agua. Hay nuevos cultivos como la caña de azúcar, el algodón, el arroz o árboles frutales como el naranjo, la palmera o el banano. 

Desarrollaron la ganadería bovina, la cría caballar y la de ovejas.

Los conquistadores musulmanes no cambiaron el sistema de latifundios y los grandes propietarios hispano visigodos que se sometieron conservaron sus propiedades. 

Un quinto de las tierras de los nobles hispano visigodos no sometidos pasaron al Estado, como establecía la ley coránica, mientras que las otras cuatro quintas partes pasaron a manos de los conquistadores.

También la pesca experimentó un gran auge en las ciudades costeras, así como la apicultura y la cría de gusanos de seda para la industria textil.

La industria estaba basada en la pequeña producción artesanal para consumo local y manufacturas del Estado para las exportaciones. 

La fabricación se realizaba en barrios céntricos, y al frente de cada oficio había un amin que vigilaba producción, calidad y condiciones de trabajo. 

Destaca la industria textil de la lana, el lino y sobre todo la seda. 

Además de la pedrería, orfebrería, trabajo del cuero, alfarería, vidrio, así como la decoración constructiva con azulejos, yeserías, albañilería y carpintería.

Las ciudades de Al-Andalus adquirieron un nuevo impulso sobre todo en la Bética, el valle del Ebro y la costa Mediterránea. 

Se convirtieron en mercados de productos agrícolas, centros de producción manufacturera para el mercado local y focos del comercio exterior a larga distancia.

El comercio tenía como centro las ciudades donde los zocos y bazares de lujo contaban con almacenes y posadas para los comerciantes árabes, sirios y judíos. 

En los arrabales vivían grupos de artesanos y diversos grupos étnicos.

Al-Andalus se convirtió en un extremo del importante circuito comercial. 

Hasta allí llegaban productos traídos por la ruta de la seda, de la ruta del Mediterráneo o del Imperio bizantino o persa. Además se convirtió en centro de la ruta del oro de Sudán.

El sistema monetario tenía como base el dirham de plata, hasta que en el siglo X se introdujo el dinar de oro. 

Los impuestos afectaban en teoría sólo a los no musulmanes, pero pronto se estableció un sistema fiscal que afectaba a toda la población.


La organización social de al-Andalus

Dos aspectos esenciales definen la naturaleza de la sociedad musulmana en Al-Andalus:

  • La rápida aceptación por parte del sustrato romano-visigodo y 

  • la gran variedad étnico-social que aportan los invasores extranjeros

En general la nueva élite se asentó en las ciudades y, poco a poco, la élite árabe y la de origen hispano visigodo se fueron fusionando. 

Los muladíes constituyen la base de la sociedad, su conversión fue masiva y en un corto periodo de tiempo afectando a todos los grupos sociales. 

La variedad étnica y social de los musulmanes llegados a España será el principal foco de tensiones internas a las que se sumarán en ocasiones mozárabes y muladíes.

Los árabes procedentes de Siria y Arabia forman una reducida élite social. 

Controlan la administración, el ejército y reciben grandes latifundios territoriales pero también aparecen divididos en clanes familiares:

  • Árabes (que se quedaron con las mejores tierras de Andalucía), 

  • sirios (se asentaron en las tierras granadinas) y

  • egipcios (en las tierras murcianas).

Los bereberes constituían el grupo más numeroso y son marginados por la élite dirigente árabe que les apartan del acceso a posiciones privilegiadas y provocan continuas revueltas. 

Se asentaron en las dos Mesetas, especialmente en la Meseta Norte.

Africanos y eslavos entran como esclavos formando parte de los ejércitos califales. 

Con el tiempo son manumitidos y en el caso de los eslavos llegan a ocupar altos cargos de la administración, asentándose en la zona de Levante.


Cultura en al-Andalus

El Islam tuvo un papel muy importante en la transmisión del saber durante la Edad Media. 

El árabe se convirtió en la lengua internacional de la cultura y de las bibliotecas de las ciudades islámicas y guardaban buena parte de los conocimientos del mundo clásico. 

La lengua árabe fue en al-Andalus sinónimo de refinamiento y erudición, a pesar de que casi toda la población también hablaba en romance. 

Los árabes conformaron una cultura de síntesis, asimilando diversos elementos de las culturas con las que tomaban contacto o conquistaban. 

La cultura musulmana logró un alto grado de desarrollo en muchos campos como las ciencias, la filosofía o la literatura.

Estos conocimientos fueron traducidos al latín en monasterios como el de Ripoll o en la Escuela de Traductores de Toledo que desde allí se difundieron por toda Europa.


Literatura

La imposición de la lengua árabe permitió mantener un contacto fluido con los focos culturales de Oriente. 

La relación con centros como Bagdad, Damasco o El Cairo fue fundamental para el intercambio de ideas y experiencias. 

Fue en tiempos del califa al-Hakam II cuando este intercambio llegó a ser más importante.

En Al-Andalus tuvo una especial importancia el cultivo de la poesía, en la que hubo dos tendencias: la clásica y la popular. 

El periodo de máximo esplendor de la primera se produjo en el siglo XI, en las cortes de los reinos taifas. 

La poesía popular prosperó aprovechando los momentos en que la clásica tenía menos vigor.

La prosa fue un género que, en general, no alcanzó el nivel de la poesía. 

La figura que más destaca fue el narrador Ibn Hazm (994-1063), uno de los autores más prolíficos del mundo musulmán, escribiendo unas cuatrocientas obras.


La historia y la geografía

Entre los musulmanes de la Edad Media, la historia cobró un especial interés, escribiéndose numerosas obras repletas de interesantes datos históricos, pero también geográficos, sociológicos, y biográficos.

Destaca la saga de al-Razi, que escribió una historia general de al-Andalus, conocida como la Crónica del moro Rasis

Igualmente valiosa fue la Historia de la conquista de al-Andalus de ibn al-Qutiyya. 

Entre los geógrafos, brillaron al-Idrisi e Ibn Batuta, legándonos importantes testimonios de al-Andalus y de muchos otros lugares del mundo entonces conocido.


Filosofía

El siglo XII vio florecer a Avempace y a su discípulo Ibn Tufayl, cuya obra tuvo una honda repercusión entre los cristianos.

Pero, el que más influyó fue Averroes (1126-1198), de quien se han conservado varias obras. Se convirtió en un gran conocedor e intérprete de la obra de Aristóteles. 

Sus estudios tuvieron una destacada influencia en los filósofos de la baja Edad Media. 

Contemporáneo suyo fue el eminente filósofo judío Maimónides (1135-1204).


Los estudios científicos y médicos

Estudiaron matemáticas, astronomía, medicina, botánica y agronomía. 

Se investigaron los movimientos de las estrellas y los planetas por medio de sofisticados astrolabios y se avanzó en el estudio del álgebra y la aritmética.

En al-Andalus destacó Maslama al-Mayriti experto en numerosas disciplinas.

El astrónomo más importante fue Azarquiel (1029-1100) inventor de la azafea y de varios relojes hidráulicos, así como autor de Acerca de los planetas y Horizonte Universal

Sus tablas astronómicas no fueron superadas hasta la Edad Moderna.

En medicina los musulmanes se basaban en la observación y experimentación. 

Destacan figuras como el cordobés Ibn Yuyul (943-994) y Abulcasis (936-1013).

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