Retrato romano I


Orígenes del Retrato Romano

En cuanto al origen del retrato romano se tienen en cuenta tres potenciales influencias que hicieron posible su evolución, como son dos influencias externas, etrusco-itálica y griega, y una influencia autóctona a través de las imagines maiorum.

Influencia Etrusco-Itálica

La corriente etrusca, influenciada a su vez por la escultura griega arcaica de los siglos VII al VI a.C., se observa en las terracotas arquitectónicas de los templos y sarcófagos etruscos y laciales, y que aparecen en el Palatino, el Capitolio, el Esquilino, el Foro Republicano y en la Isla Tiberina, todos en la ciudad de Roma, en fechas anteriores a las Guerras Púnicas.

Se trataban de esculturas de terracota, de las cuales destacan la del Aracoeli y la del Foro Boario, con caracteres arcaicos y cánones greco-jónicos, aunque de producción itálica, ambas de fines del siglo VI a.C.   

También destaca en terracota la placa del Esquilino de principios del siglo VI a.C., perteneciente a un friso que representa una procesión de carros, uno de ellos tirado por un caballo alado (García y Bellido: 1979, 29-30). 

De esta influencia etrusca también se conservan un buen número de esculturas de bronce. De las cuales, podemos destacar cuatro (García y Bellido: 1979, 31-36).

La primera es la Loba Capitolina, por la que los romanos sentían un especial interés puesto que aludía a los orígenes mitológicos de Roma, ya que Rómulo y Remo fueron amamantados por este animal, se conserva en el Palazzo dei Conservatori.

Siempre estuvo expuesta a la vista, pero las dos figurillas que representan a Rómulo y Remo fueron añadidas en el Renacimiento.

La mayoría de investigadores opinan que es una obra etrusca, del 500 a.C., que presenta rasgos de arcaísmo. Su destino era servir como guardián de una tumba, por lo que tiene un carácter apotropaico.

La segunda es la escultura en bronce de la Quimera de Arezzo, datada en el siglo V a.C.,tiene cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. El animal se halla en estado de máxima tensión, como demuestran su pelo erizado, la musculatura y las venas marcadas.

Esta pieza demuestra el alto grado alcanzado en la fundición de bronce por los etruscos, que llegan a superar a los griegos con esta escultura.

La tercera es la escultura de busto en bronce de Bruto Capitolino, en la que se ve una clara influencia del retrato griego en el etrusco. Esta escultura coronaría una estatua de cuerpo entero.


Es una obra llena de fuerza, expresividad y vida como se ve en su mirada y en la boca en actitud reflexiva. Se data en torno al 300 a.C. Se ve una influencia del retrato griego del siglo IV a.C., aunque se notan algunas características itálicas, aunque con cierto matiz ideal.

La cuarta es la Cista Ficorónicao Cista Ficorini, la cual lleva grabada una inscripción en la que se puede leer que fue obra de Novios Plautios en Roma.

Este nombre es de origen campanio, pero aparecen dos posibilidades, que fuese el nombre del dueño del taller o el nombre del artista. Se trataría de un obra basada en otras anteriores, posiblemente pictóricas griegas. La tapa tiene una escena cinegética y el asa son tres figuras que representan de Dionisos, junto con dos sátiros.

Tiene más representaciones, como la de Hércules con Iólaos y Eros, un episodio de expedición de los argonautas, además de dos cenefas a modo de separación de las escenas, una contiene representaciones de cabezas de Medusa con palmetas, flores de loto y volutas, y la otra contiene esfinges y palmetas. Está fechada entre el siglo IV y III a.C. 

Influencia griega

El retrato griego tendía a la idealización del retratado, buscando un retrato psicológico más que fisionómico, pero en el mundo romano no era así, hasta la llegada del Helenismo, por lo que se atenúan los rasgos cadavéricos del retrato romano funerario.

Además del cambio que se dan en los materiales, pues aparecen el mármol y el bronce y se dejan a un lado la cera, la madera y la terracota.

Aun con esta influencia del griego, no se puede decir que el retrato romano sea una continuación del griego, pues en aquel aún predomina la veracidad del retrato, pues siguen apareciendo, en el retrato romano, las facciones del retratado, como las arrugas, heridas, pliegues,… pues va buscando retratar un momento de la vida del personaje.

En cambio el griego busca inmortalizarlo de forma idealizada, por lo que se llega a la heroización del retratado. 

El retrato nace en Grecia en el ambiente cívico, sin embargo en Roma nace en el ambiente funerario, lo que hará que aumente las diferencias entre ambos tipos, como el griego que se representa de cuerpo entero, y el romano no, pues lo importante es reflejar su faz, que es lo que representa la personalidad.

Por eso se ven numerosas esculturas de busto redondo, donde la cabeza no tiene concordancia con el cuerpo, es decir, la vejez reflejada en la cara no se asimila con el cuerpo de un joven, aunque ambas partes convivan en una misma escultura. Como la escultura de Claudio como Júpiter. 

Los retratos romanos que nos han llegado firmados por sus autores nos dan información sobre ellos, y en estos casos eran autores griegos que firmaban en griego.

No se conocen firmas de artistas latinos, escritas en latín, aunque esto no significa que no participasen en la creación de retratos y esculturas, pues antes de la llegada del Helenismo a Roma, ya había grandes retratistas etruscos y romanos (García y Bellido: 1979, 95-98).

Imagines Maiorum

Sobre ella nos informan dos fuentes literarias, Polibio y Plinio, pero esto estaba basado en el Derecho Romano del Ius imaginum, es decir, en el derecho a tener en sus casas retratos de antepasados, que en un primer momento solo era para las élites (Pekáry, 1995).

Según Plinio (XXXV, 153) la antigüedad de este rito funerario está en torno al 300 a.C. época de Lisistrato, quien fue el primero en sacar de una cara, una forma negativa de yeso y una positiva en cera, técnica que se llevó al mundo funerario romano.

Debido a los materiales con los que se realizaron nos han llegado muy pocos, como los de Cumas o los del Larario de la Casa del Ménandros, en Pompeya, que aparecieron in situ, y que nos aportan información sobre su carácter simbólico, más que retratístico, como se ve también en otros retratos-símbolo encontrados en Tarento o en Baelo.

Hay que tener en cuenta que algunos de los retratos que nos llegan, debido a la técnica utilizada para crearlos, muestran el rigor mortis del cadáver, como facciones enjutas con pómulos muy marcados.

A partir del siglo II a.C. llega al mundo del retrato romano una influencia griega en la última fase del helenismo, actúa sobre todo en las fases más altas de la sociedad romana, estratos más helenizados.  

Son característicos los retratos escultóricos de cuerpo desnudo y atlético, con cabeza de rasgos faciales individualizados, típicamente romano. Entre estos destacan:

Relación con las teorías sobre el origen del retrato romano

No se sabe con certeza el origen del retrato romano, pues el legado que nos ha llegado es muy fragmentado para mostrarnos una línea de evolución sin interrupción.

Aunque sí hay referencias en fuentes escritas antiguas, que hacen referencia a estatuas honoríficas de carácter público e imágenes de cera de antepasados de familias gloriosas de la nobleza romana.

Gotthold Ephraim Lesing y Theodor Mommsen se centraron en el estudio de las fuentes antiguas. Desde el punto de vista de la Arqueología el primero va a ser Ennio Quirino Visconti, para quien el origen del busto romano se encuentra en las imágenes de los antepasados (imagines maiorum).

Pero Otto Benndorf introduce si el origen del retrato romano se encuentra en las máscaras funerarias.

Guido Kaschnitz von Weinberg opina que el retrato romano no tenía en sus orígenes ninguna intencionalidad artística, pues se centra solo en la semblanza fisionómica para obtener un calco del difunto.

La intencionalidad artística apareció en este ámbito en torno al año 100 a.C. con el cambio de los materiales, pues se pasa de la cera a materiales duraderos, junto con la helenización de Roma y el factor itálico influyente en este proceso.

Esto va a hacer, que según Kaschnitz haya dos grupos diferentes de retratos:
  • Los que se originan desde las imágenes romanas de antepasados
  • Los que se originan según la corriente greco-helenística
Bernhard Schweitzer opina que la manifestación más importante del retrato romano no es la estatua honorifica erigida en un lugar público, si no el retrato perteneciente a la esfera privada.

Para él, la forma inicial del retrato se encuentra en las imágenes de cera de los antepasados, que derivará en épocas posteriores en bustos, sin dejar de ser estos imagines maiorum.

Es importante mencionar a las galerías de los antepasados, pues Schweitzer considera las imágenes de la República como “descendientes legítimos” de las antiguas imágenes de cera y que ocupaban un lugar en esas galerías. Se realizaron numerosas copias de los retratos de los antepasados, pues era una forma de legitimar una posición social a través de los antepasados de una gran familia.

Schweitzer da un orden cronológico en la evolución del retrato romano, teniendo en cuenta que no hay una evolución estilística uniforme, sino una gran variedad de estilos e influencias:
  • El legado itálico del retrato
  • El retrato helenístico tardío
  • La voluntad romana de retratar
Olof Vessberg presenta las fuentes escritas de forma ordenada, junto con un distanciamiento de la teoría de la máscara funeraria.

Partiendo de que no es posible demostrar una evolución uniforme del retrato primitivo romano, le lleva a reconocer tres grupos estilísticos sucesivos:
  • Un primer grupo basado en la mezcla de estilos
  • Un segundo grupo denominado “Objetivo”
  • Un tercer grupo denominado “Lineal”
Frank Brommer reúne y examina todas las fuentes de la Antigüedad que otros autores usaban para argumentar la teoría de las máscaras funerarias como origen del retrato romano.

Pero Brommer descubre que en ningún texto de la antigüedad se mencionan como tales, sino como mascaras de imágenes de antepasados, y por tanto no como máscaras mortuorias o funerarias.

Heinrich Drerup realizó el último intento de ver el origen del retrato romano en las máscaras funerarias, pues él conectaba las imágenes de los antepasados con estas máscaras a través de los testimonios escritos y los arqueológicos, por lo que crea un catálogo donde documenta todas las máscaras funerarias romanas descubiertas.

En definitiva, tras estas teorías, podemos situar como elementos que intervienen en el origen del retrato romano, tanto a las máscaras funerarias, como a las imágenes de los antepasados (Lahusen: 1995, 246-249).  

Función, significado y configuración de las imagines maiorum

De las imágenes de los antepasado o imagines maiorum hay constancia en la literatura del siglo V a.C., al igual que en los siglos II y I a.C. pero en época imperial la importancia que tenían va decreciendo.

Según esas fuentes literarias la función primera era manifestar la alta procedencia de la persona. Las imagines maiorumde cera se colocaban en los atrios de las casas, donde los familiares y las visitas las tenían presentes.

Cada una tenía un tituli con su correspondiente cursus honorum, así se veía los servicios prestados a la Res Publica y servían de estímulo a los jóvenes, para que alcanzasen los mismos méritos que sus antepasados.

Otra de las funciones que realizaban era dentro del ámbito funerario, pues al morir un miembro de la familia y se llevaba a cabo la pompa funeris, las imagines maiorum del atrio de la familia, se portaban en un procesión funeraria, así todos los asistentes podían ver la importancia y los honores de la familia (Lahusen: 1995, 249-252).

Relación con las estatuas honoríficas

Hay algunos investigadores que ven en las estatuas honorificas una importante influencia en el origen del retrato romano, como Vessberg o Tonio Hölscher, quien intentó establecer el origen de las estatuas honorificas examinando de forma crítica el valor del contenido de todos los documentos.

Estas se encontraban por toda la urbs, pero solo en las grandes plazas se encontraban en gran número, pues el lugar de colocación era muy importante para la auto-propaganda de la familia del homenajeado con una estatua honorifica, pues no era lo mismo estar colocado en el Capitolio, el Foro, el Comitium, que en cualquier otro lugar.

Oficialmente se erigían por decisión popular o del senado, y era una gran distinción. Eran pagadas por el estado y además mostraban los servicios prestados a la Res Publica. Su finalidad principal era asegurar las generaciones futuras venerasen la memoria del representado (Lahusen: 1995, 253-256).  

Terminología

Statuae: Son siempre retratos de personas vivas o fallecidas. Hace referencia a estatuas honorificas de carácter público, erigidas por entidades estatales (por lo que son oficiales o públicas) o por particulares (por motivos diversos). En algunos casos también son consideradas como tales los retratos colocados en el ámbito de la esfera privada y funeraria. Tipología (Lahusen: 1995, 256):

Imago: Designa a los bustos colocados en suelo público o privado, pero en calidad de donación, ya sean por parte del Estado o de un particular. Son los siguientes (Lahusen: 1995, 257):
  • Imágenes de antepasados o imagines maiorum: privados, aunque a veces también públicos.
  • Retratos políticos: privados y públicos.
  • Imagines clipeatae: privadas y públicas.
  • Imágenes ofrecidas en honor de la familia por parte de otorgantes privados: privadas.
  • Imágenes sepulcrales: bustos exentos, bustos en relieves de sarcófagos, bustos de cera.
  • Imágenes de artes menores: monedas, gemas,…
  • Imágenes policromadas.


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